
Hay personas que sin saberlo conocen ya a alguno de los casi 700 mil sordos que habitan en México, según datos del INEGI a 2010.
Notimex
En términos generales la gente considera sorda a quien para comunicarse utiliza lenguaje de señas, pues ignora que existen personas con esa discapacidad que usan algún auxiliar auditivo (que no se ve a primera vista) o que emplean la lectura labiofacial, que pueden hablar aunque no puedan escuchar.
Así las personas sordas pasan desapercibidas para la mayor parte de la sociedad, de las autoridades y del sector privado hasta ser obligadas, por ejemplo, a cumplir trámites vía telefónica con auxilio de un oyente.
Existen sin embargo algunas agrupaciones sociales que mantienen una lucha permanente para que se les vea, respete y garanticen sus derechos, como la Coalición de Personas Sordas en el Distrito Federal o las asociaciones de Discapacidad Auditiva del Estado de Veracruz, o la de Sordos Mexiquenses afiliadas a la Federación Nacional de Personas Sordas.
Entre las personas sordas están quienes nacieron con esta discapacidad, les resulta mucho más difícil adquirir un lenguaje oral pero se les obliga a intentar hablar con voz y a entender por medio de la lectura labio facial lo que los demás quieren comunicarles.
Están también quienes perdieron la audición después de haber aprendido a hablar, que necesitan mantener su nivel de lenguaje oral, de producción de sonido, para lograr normalizar su voz, lo cual se favorece con una terapia que les permite leer los labios y las expresiones de los demás.
El reconocimiento oficial de la Lengua de Señas Mexicana (LSM) como patrimonio de la comunidad sorda del país data apenas del 30 de mayo de 2011, cuando el presidente Felipe Calderón Hinojosa expidió la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad.
El Artículo XVII de esa legislación define la Lengua de Señas Mexicana como “Lengua de una comunidad de sordos, que consiste en una serie de signos gestuales articulados con las manos y acompañados de expresiones faciales, mirada intencional y movimiento corporal, dotados de función lingüística, forma parte del patrimonio lingüístico de dicha comunidad y es tan rica y compleja en gramática y vocabulario como cualquier lengua oral”.
Con ella, se abrió su derecho a tener una educación bilingüe, LSM-español, y las posibilidades para empezar a cambiar su realidad en el ámbito educativo, aunque son limitadas las instancias que con más voluntad que recursos apoyan las necesidades de este sector, como el Comité de Atención a la Discapacidad de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Por tanto, persiste la exclusión como se observa en las cifras del censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) del año 2000, cuando 39.4% de las personas con discapacidad auditiva de 15 años y más de edad permanecía sin instrucción, lo que significa que 98 mil 591 personas sordas no habían tenido acceso a la educación. El censo levantado hace más de una década indicaba que, en ese mismo rango, 14.3% terminó la primaria completa y sólo 3.2% de los sordos logró llegar a la educación superior o un nivel de postgrado, es decir 8 mil 7 personas con esa discapacidad en todo el país.
La Lengua de Señas Mexicana es la primera que, por lo general, aprenden las personas sordas, aunque no hay instituciones oficiales que la impartan. No se escribe ni se vocaliza, sin embargo tiene una gramática propia, con señas se forman oraciones que expresan tiempo, lugar, objeto, sujeto y verbo. Su aprendizaje se da a nivel de la misma comunidad sorda y de asociaciones del mismo sector de la población; es visual, requiere memoria visual, su espacio para expresarla es tridimensional, se seña con las manos, y cada seña cobra significado según su posición, su orientación, su movimiento, y a ello se suma la expresión de la cara y de todo el cuerpo.
En la medida que la LSM se difunda entre las personas oyentes y crezca su interés por esta forma de comunicación se facilitará también la inclusión de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la vida social. De acuerdo con las especificaciones médicas, los grados y tipos de pérdida de la audición se definen conforme a decibeles de audición como leve, media, profunda o total.
Quienes tienen una pérdida leve o profunda pueden utilizar un audífono que amplificará el sonido, hay otros que son candidatos a un implante coclear, que los lleva a oír cerca de la normalidad, pero hay a quienes por las características de su discapacidad no les ayuda aparato alguno. Entre las situaciones que pueden originar la pérdida de la audición entre quienes no nacen con sordera están: infecciones crónicas, enfermedades virales, el ruido extremo, la costumbre de usar audífonos con volumen muy alto y la edad, entre otras.
Para las personas con esta discapacidad, la familia y los amigos tienen una función muy importante al formar su entorno más cercano, y muchas veces son quienes facilitan una mejor inclusión si se considera que las personas sordas en el país tienen una prevalencia de 2.9 por cada mil habitantes, según el INEGI.
Los avances tecnológicos, el reconocimiento de su lengua, los nuevos programas educativos que incluyen la educación bilingüe, aunque incipientes, en México empiezan a desarrollarse y son elementos que reducen la exclusión y permiten a las personas sordas avanzar para exigir el respeto a sus derechos humanos.
Diversos grupos trabajan para que en todo México se fomente la cultura de la integración y respeto para las personas con discapacidad auditiva, o cualquier otra como visual, de lenguaje, mental, motriz, así como para crear conciencia y hacer efectiva la igualdad.
Salud
Jueves, 05 de Julio de 2012 16:25
Redactor: Laura Zuñiga.
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